CARTA
DE CARLOS MARÍA ISIDRO A SU CUÑADA RECLAMANDO EL TRONO
(Abrantes, 1 octubre 1833)
Españoles:
¡Cuán sensible ha sido a mi corazón la muerte de mi caro
hermano! (...). No ambiciono el trono ; estoy lejos de codiciar bienes caducos
; pero la religión, la observancia y cumplimiento de la ley fundamental de
sucesión, y la singular obligación de defender los derechos imprescriptibles de
mis hijos y todos los amados consanguíneos me esfuerzan a sostener y defender
la corona de España del violento despojo que de ella ha causado una sanción tan
ilegal como destructora de la ley que legítimamente y sin interrupción debe ser
perpetua.
Desde el fatal instante en que murió mi caro hermano que
santa gloria haya, creí se habrían dictado en mi defensa las providencias
oportunas para mi reconocimiento ; y si hasta aquel momento habría sido traidor
el que lo hubiese intentado, ahora lo será el que no jure mis banderas, a los
cuales, especialmente a los generales, gobernadores y demás autoridades civiles
y militares, haré los debidos cargos, cuando la misericordia de Dios, si así
conviene, me lleve al seno de mi amada patria, y a la cabeza de los que me sean
fieles. Encargo encarecidamente la unión, la paz y la perfecta caridad. No
padezca yo el sentimiento de que los católicos españoles que me amen, maten,
injurien, roben, ni cometan el más mínimo exceso. El orden es el primer efecto
de la justicia (...).
EXPOSICIÓN DE
MOTIVOS DEL DECRETO DESAMORTIZADOR DE MENDIZÁBAL
A su Majestad la Reina
Gobernadora
“Vender la masa de
bienes que han venido a ser propiedad del Estado, no es tan sólo cumplir una promesa solemne y
dar una garantía positiva a la deuda nacional por medio de una amortización exactamente igual al
producto de las rentas, es abrir una fuente
abundantísima de felicidad pública; vivificar una riqueza muerta; desobstruir
los canales de la industria y de la circulación; apegar al país por el amor natural y vehemente a todo lo propio; enganchar la
patria, crear nuevos y fuertes vínculos
que liguen a ella; es en fin identificar con el trono excelso de ISABEL II, símbolo
de orden y de la libertad.
No
es, Señora, ni una fría especulación mercantil, ni una mera operación de crédito, por más que éste sea la
palanca que mueve y equilibra en nuestros días las naciones de Europa: es un elemento de animación,
de vida y de ventura para la España: Es, si puedo explicarme así, el complemento de
su resurrección política.
El
decreto que voy a tener la honra de someter a la augusta aprobación de V.M. sobre la venta de esos bienes adquiridos ya para la nación, así
como en su resultado material ha de producir el beneficio de minorar la fuerte
suma de la deuda pública, es menester que
en su tendencia, en su objeto y aún en los medios por donde se aspire a aquel resultado, se enlace, se encadene,
se funda en la alta idea de crear una copiosa
familia de propietarios, cuyos goces y cuya existencia se apoya principalmente
en el triunfo completo de nuestras actuales instituciones.”
Juan Ignacio Álvarez Mendizábal l
Gaceta de
Madrid, 21 de febrero de
1836. Reproducido en A. Fernández y
otros, Documentos de Historia Contemporánea de España, Madrid,1996, pp.
120-125.
MANIFIESTO DE MANZANARES
(7 julio 1854)
Españoles: La entusiasta acogida que va encontrando en los
pueblos el ejército liberal ; el esfuerzo de los soldados que le componen, tan
heroicamente mostrado en los campos de Vicálvaro; el aplauso con que en todas
partes ha sido recibida la noticia de nuestro patriótico alzamiento, aseguran
desde ahora el triunfo de la libertad y de las leyes que hemos de defender.
(...) Día es, pues, de decir lo que estamos resueltos a hacer
en el de la victoria. Nosotros queremos la conservación del Trono, pero sin la
camarilla que le deshonra (...), queremos la práctica rigurosa de las leyes
fundamentales mejorándolas, sobre todo, la electoral y la de imprenta (...),
queremos que se respeten en los empleos militares y civiles la antigüedad y el
merecimiento (...), queremos arrancar a los pueblos de la centralización que
les devora, dándoles la independencia local necesaria para que se conserven y
aumenten sus intereses propios, y como garantía de todo esto queremos y
plantearemos bajo sólidas bases la Milicia Nacional. Tales son nuestros
intentos, que expresamos francamente sin imponerlos por eso a la Nación. Las
Juntas de gobierno que deben irse constituyendo en las Provincias libres, las Cortes
generales que luego se reúnan, la misma Nación, en fin, fijará las bases
definitivas de la regeneración liberal a que aspiramos. Nosotros tenemos
consagradas a la voluntad nacional nuestras espadas y no las envainaremos hasta
que ella esté cumplida.
Cuartel general de Manzanares,
a 7 de julio de 1854.El
general en jefe del ejército constitucional, Leopoldo
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